lunes, 4 de mayo de 2015

Lejos del mundo real

Columna de Pablo Lucio Paredes 
del  sábado 2 de mayo de 2015 en El Universo


La gente de gobierno (en todas partes y tiempos, pero peor con la Revolución Ciudadana) poco entiende el mundo real. Su discurso se basa en la economía de pizarrón donde resuelven problemas con irreal elegancia: relaciones laborales, innovación, inequidad, producción, todo resuelto en sus mentes. Porque pocos han enfrentado el desafío empresarial de pagar impuestos, relacionarse con empleados, encontrar clientes, etcétera. Desde el poder es fácil emitir leyes que todo resuelven, poner nuevos impuestos y así el dinero aparece mágicamente. Esto me recuerda la anécdota contada por Franklin López: “Tuve debates muy interesantes con el político radical de izquierda norteamericano McGovern, interesantes, pero donde él veía el mundo desde la lejanía de la política (…) hasta que un día leí que él se había puesto una empresa y su comentario había sido: ahora tengo que pagar impuestos, contratar gente, encontrar clientes y me doy cuenta de cuán equivocada era mi visión del mundo”.
Esto se aplica a la nueva reforma laboral (una más, y se pretende que hay estabilidad en las reglas del juego). El país tiene muchas actividades intensivas en mano de obra (desde banano y flores hasta la tienda de la esquina, en general negocios medianos y pequeños) y muchas agrícolas que son temporales y de rotación. Por ende, eliminar los contratos a plazo de uno o dos años y solo dar una prueba de 90 días es irreal. Es un tiempo muy corto para identificar si el trabajador es bueno o malo. Pasados los 90 días no hay manera de deshacerse de un mal trabajador, inmediatamente es estable. La única forma es con visto bueno y en general es muy complicado. ¿Y si la empresa tiene periodos de mayor demanda que duran 5 o 6 meses? Ser parte de la idea, claramente errada, salvo para los que nunca han enfrentado una relación laboral de empresa, que el trabajador es siempre bueno y nunca tiene actitudes ni acciones negativas. Eso solo lo hacen, supuestamente, los patronos. Claro, el patrono Gobierno si actúa libremente: ¡averigüe usted cuántos contratos a plazo o similares tiene!
Perla adicional. El costo de despedir a alguien ya es excesivo. Excesivo porque el objetivo de una empresa es crecer con más gente. Solo se despide realmente a un buen trabajador cuando los tiempos son malos y como última instancia. Pero ahora le agregamos una cereza: la renuncia también va a ser costosa, 25% del último sueldo por cada año de trabajo. Alguien se va por decisión propia (…) ¡y hay que premiarle! Claro, el trasfondo es la visión revanchista y desconfiada de la izquierda: con toda seguridad el empleado fue empujado a renunciar. ¡Como si alguien quisiera que un buen empleado se vaya!
Nada de esto es catastrófico pero vamos agregando más piedras en el camino. Luego queremos que la gente invierta con visión de largo plazo, cuando lo único que se estimula es el comercio de corto plazo (…) no hay nada que hacer, muchos en el Gobierno deberían pasar por la creación de una empresa antes de legislar con tanta ligereza.(O)

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