Pablo Lucio Paredes
En
estos días se está discutiendo la posibilidad de eliminar parcial o totalmente
el subsidio a los combustibles.
Empecemos
por las cifras más importantes.
El
subsidio tiene dos partes. Una muy clara, el subsidio en la importación de
combustibles, es decir la diferencia entre lo que pagamos en el mercado
internacional y el precio al que vendemos internamente. Y una segunda más
oscura: la diferencia entre el costo de producción de combustibles en las
refinerías del país y su venta en el mercado, más oscura porque se debería tomar
en cuenta de manera clara todos los costos (depreciación de equipos,
financiamiento, administración etc…) y en particular el petróleo que ingresa a
las refinerías debería valorarse a su costo de oportunidad es decir al precio
al que lo venderíamos en el mundo; y evidentemente no sabemos si así se calcula.
Por
eso veamos solo el subsidio en las importaciones. Se llegó a un máximo de casi
4.000 millones de dólares en el 2014 (cuando el petróleo, y por ende los
combustibles, estaba en su máximo), y luego bajó a alrededor de los 1.000
millones en 2015, 2016 y 2017, debido a
que el petróleo cayó y también se han dado incrementos poco mencionados en los
precios y subsidios (por ejemplo la super ha subido poco a poco, y algunos
subsidios como en la aviación se eliminaron). ¡En 10 años hemos tenido un
subsidio acumulado del orden de los 30.000 millones!
En
2018 estaremos alrededor de los 1.800 millones nuevamente, de los cuales muy a grosso modo, el 50% es diesel, una cuarta
parte gas y otra gasolina.
Luego
de plantear las cifras, la pregunta es obviamente ¿deberíamos eliminar el subsidio a
los combustibles? Y quizás
debemos ser más precisos ¿deberíamos
eliminar o focalizar el subsidio a la gasolina, al gas y/o al diesel? Dividendo
la pregunta en tres porque es muy diferente el caso de cada uno de los
combustibles mencionados: el gas doméstico afecta directamente al presupuesto
de todas las familias, el diesel indirectamente por su impacto en el transporte
y algunos negocios (comidas en restaurants por ejemplo), y la gasolina afecta a
las familias en un solo rubro que es el uso directo de vehículos.
Partamos
de un par de conceptos importantes.
Uno,
me parece que no se debe distinguir entre subsidios y cualquier otro gasto del
gobierno porque todos son de la misma naturaleza. En general el Gobierno genera
actividades por las cuales no cobra directamente (sino que todos lo pagamos a
través de impuestos). Construye un parque que cuesta y no cobra. Construye
escuelas y no cobra. Vende gasolina y no cobra su costo total. Por eso todos
los gastos (incluyendo los llamados subsidios) deben entra en un misma paquete.
¿Y cuál es la razón de su existencia? Solo centrémonos en dos razones: en unos
casos porque se brindan servicios que de otra manera son difíciles como FFAA,
policía o justicia (aunque este puede ser un caso discutible), en otros casos
porque se quiere dar una ayuda a la
gente de más bajos recursos.
Dos,
¿sobre la base anterior, se justifica en el caso de los subsidios a los
combustibles? Obviamente la primera razón no se cumple: no es una actividad que
genera una utilidad colectiva. En cuanto a llegar a la gente de más bajos
recursos, evidentemente no se cumple con la gasolina (ni super, ni eco-país ni
extra), y sí con el diesel y el gas si se focaliza realmente al uso doméstico y
de transporte público. Y además es un mal subsidio porque lleva a un mal uso de
los recursos y genera pérdidas importantes a través de contrabando.
Lo
cual nos lleva a la necesidad de eliminar el subsidio a cualquier gasolina y
focalizar diesel y gas.
Pero con un elemento adicional
importante en el caso ecuatoriano actual: los ingresos adicionales que
aportaríamos los ecuatorianos (posiblemente entre 1.000 y 1.500 millones) no pueden servir de pretexto para evitar
el ajuste en gastos del estado que es indispensable. Por lo cual, lo razonable
sería eliminar y focalizar el subsidio, pero al mismo tiempo eliminar algún
impuestos altamente distorsionante (aunque todos lo son) como es el caso del
ISD por ejemplo. De esta manera se lograría al mismo tiempo: eliminar un mal
subsidio, eliminar un mal impuesto y mantener la presión para que el Gobierno
reduzca su nivel de gasto.