jueves, 16 de agosto de 2018

SUBSIDIO A LOS COMBUSTIBLES

Pablo Lucio Paredes
En estos días se está discutiendo la posibilidad de eliminar parcial o totalmente el subsidio a los combustibles.

Empecemos por las cifras más importantes.
El subsidio tiene dos partes. Una muy clara, el subsidio en la importación de combustibles, es decir la diferencia entre lo que pagamos en el mercado internacional y el precio al que vendemos internamente. Y una segunda más oscura: la diferencia entre el costo de producción de combustibles en las refinerías del país y su venta en el mercado, más oscura porque se debería tomar en cuenta de manera clara todos los costos (depreciación de equipos, financiamiento, administración etc…) y en particular el petróleo que ingresa a las refinerías debería valorarse a su costo de oportunidad es decir al precio al que lo venderíamos en el mundo; y evidentemente no sabemos si así se calcula.
Por eso veamos solo el subsidio en las importaciones. Se llegó a un máximo de casi 4.000 millones de dólares en el 2014 (cuando el petróleo, y por ende los combustibles, estaba en su máximo), y luego bajó a alrededor de los 1.000 millones en  2015, 2016 y 2017, debido a que el petróleo cayó y también se han dado incrementos poco mencionados en los precios y subsidios (por ejemplo la super ha subido poco a poco, y algunos subsidios como en la aviación se eliminaron). ¡En 10 años hemos tenido un subsidio acumulado del orden de los 30.000 millones!
En 2018 estaremos alrededor de los 1.800 millones nuevamente, de los cuales muy  a grosso modo, el 50% es diesel, una cuarta parte gas y otra gasolina.   

Luego de plantear las cifras, la pregunta es obviamente ¿deberíamos eliminar el subsidio a  los combustibles?  Y quizás debemos ser más precisos ¿deberíamos eliminar o focalizar el subsidio a la gasolina, al gas y/o al diesel? Dividendo la pregunta en tres porque es muy diferente el caso de cada uno de los combustibles mencionados: el gas doméstico afecta directamente al presupuesto de todas las familias, el diesel indirectamente por su impacto en el transporte y algunos negocios (comidas en restaurants por ejemplo), y la gasolina afecta a las familias en un solo rubro que es el uso directo de vehículos.

Partamos de un par de conceptos importantes.
Uno, me parece que no se debe distinguir entre subsidios y cualquier otro gasto del gobierno porque todos son de la misma naturaleza. En general el Gobierno genera actividades por las cuales no cobra directamente (sino que todos lo pagamos a través de impuestos). Construye un parque que cuesta y no cobra. Construye escuelas y no cobra. Vende gasolina y no cobra su costo total. Por eso todos los gastos (incluyendo los llamados subsidios) deben entra en un misma paquete. ¿Y cuál es la razón de su existencia? Solo centrémonos en dos razones: en unos casos porque se brindan servicios que de otra manera son difíciles como FFAA, policía o justicia (aunque este puede ser un caso discutible), en otros casos porque  se quiere dar una ayuda a la gente de más bajos recursos.
Dos, ¿sobre la base anterior, se justifica en el caso de los subsidios a los combustibles? Obviamente la primera razón no se cumple: no es una actividad que genera una utilidad colectiva. En cuanto a llegar a la gente de más bajos recursos, evidentemente no se cumple con la gasolina (ni super, ni eco-país ni extra), y sí con el diesel y el gas si se focaliza realmente al uso doméstico y de transporte público. Y además es un mal subsidio porque lleva a un mal uso de los recursos y genera pérdidas importantes a través de contrabando.
Lo cual nos lleva a la necesidad de eliminar el subsidio a cualquier gasolina y focalizar diesel y gas.

Pero con un elemento adicional importante en el caso ecuatoriano actual: los ingresos adicionales que aportaríamos los ecuatorianos (posiblemente entre 1.000 y 1.500 millones) no pueden servir de pretexto para evitar el ajuste en gastos del estado que es indispensable. Por lo cual, lo razonable sería eliminar y focalizar el subsidio, pero al mismo tiempo eliminar algún impuestos altamente distorsionante (aunque todos lo son) como es el caso del ISD por ejemplo. De esta manera se lograría al mismo tiempo: eliminar un mal subsidio, eliminar un mal impuesto y mantener la presión para que el Gobierno reduzca su nivel de gasto.   

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