jueves, 23 de febrero de 2017

Pagar o no pagar la deuda, ¿esa es la cuestión?

Por Carlos Uribe-Teran

La economista ecuatoriana Cristina Arellano, investigadora en la Reserva Federal de Minneapolis, publicó un artículo en American Economic Review en 2008 que revivió un debate académico que había estado parcialmente dormido desde la publicación de Jonathan Eaton y Mark Gersovitz en 1981: los defaults de deuda soberana.

Un default ocurre cuando un deudor no paga parte o la totalidad de su deuda. Hablamos de un default soberano cuando el deudor no es un hogar o una firma, sino que se trata de un gobierno. El último default soberano declarado por Ecuador ocurrió en 2008, cuando el gobierno de turno decidió no pagar 30,6 millones de dólares por intereses asociados a los bonos Global 12.

¿Por qué ocurren los defaults soberanos? En general, los defaults soberanos ocurren cuando la economía atraviesa situaciones complicadas, caracterizadas por contracciones severas en el nivel de producción y niveles de deuda acumulados muy elevados. Otra razón puede ser que, a pesar de que la situación económica sea normal, el default ocurre por un cambio en el nivel de impaciencia del gobierno: éste decide no pagar la deuda pendiente en un periodo determinado con el fin de destinar ese dinero a otros gastos corrientes.

Lo curioso es que los defaults soberanos no ocurren solamente en economías emergentes. La crisis financiera del 2008 generó contracciones importantes en países desarrollados y llevó a que muchos de ellos, principalmente en Europa, declararan defaults técnicos. Un caso emblemático es Grecia, cuya deuda llegó a representar 226% del PIB y Fitch Ratings declaró el default técnico durante el tercer trimestre de 2013.

Lógicamente, a pesar que nadie puede “meter a la cárcel” a un estado que no paga sus deudas, el no pago trae consigo algunas penalidades. En primer lugar, después de un default es normal que el estado quede excluido de los mercados financieros internacionales por un periodo de tiempo determinado. Es así que Ecuador regresó a estos mercados apenas durante el tercer trimestre de 2016, 8 años después de la declaración de default.

Otra penalidad, que es menos obvia, tiene que ver con una reducción en el PIB comparado con el PIB que se podría alcanzar si el estado mantuviera el acceso a los mercados internacionales. Esto ocurre principalmente porque el no pago de la deuda soberana incrementa el nivel de riesgo percibido por los inversionistas frente a las deudas emitidas por entidades de ese país. Esto implica que el costo de los créditos internacionales será más alto, simplemente por el riesgo adicional generado por el no pago de la deuda soberana.


Los defaults soberanos son un tema apasionante dentro de la economía internacional, y todavía hay muchas preguntas que permanecen abiertas. Una de ellas tiene que ver con el rol que juegan las Agencias de Ratings de Crédito y si su papel en los mercados financieros previene o acelera los defaults soberanos. Lo que queda claro es que el no pago de la deuda, inclusive a nivel de estados, trae consigo efectos negativos que pueden ser persistentes en el largo plazo. Por lo tanto, el declarar un default no es, para nada, una decisión trivial. 

viernes, 17 de febrero de 2017

Recaudación tributaria: más presión y menos resultados!!!

Por Pablo Beltrán A.

Estamos a mitad del primer trimestre del año fiscal 2017. Marzo tiene la particularidad de ser el mes en que todos los sujetos activos debemos hacer nuestra declaración del impuesto a la renta y muchos de nosotros debemos sacar dinero de nuestros ahorros o buscar un préstamo para poder cumplir con esta responsabilidad frente al SRI. Pero esto no significa que únicamente quienes estamos obligados a pagar impuesto a la renta estamos aportando a Rentas Internas ya que los ingresos tributarios incluye no sólo el impuesto a la renta, sino también otra decena de impuestos donde los más importantes (por el volumen de recaudación) son el impuesto al valor agregado (IVA), a los consumos especiales (ICE) e impuesto a la salida de divisas.

No es cierto, tal como lo indican algunos economistas despistados, que sólo el 5% de la población pagamos impuestos. Todos los ecuatorianos pagamos impuestos cuando compramos una cola o cuando nos subimos al bus (en la matrícula nos cobran el impuesto ambiental y ese valor nos transfieren al precio del pasaje!).

En el año 2016, según datos publicados en la página del SRI, la recaudación neta fue de 12.564,837 millones de dólares. Este monto fue menor al recaudado en el 2015 (13.693,064 millones de dólares). Lo curioso es que en el total recaudado en el año 2016 se incluyen 1.160,747 millones de contribuciones solidarias por el terremoto de abril pasado. El IVA, así mismo aumentó de 12% a 14% por la misma causa y sin embargo su recaudación disminuyó de 6.500 millones a 5.704 millones.
Podemos notar, por lo tanto, que mientras más presión tributaria se genera en la economía más se aleja el objetivo recaudatorio.


Debería pues, el próximo gobierno revisar las finanzas pública de forma técnica más allá de la ideológica, para encontrar el punto óptimo en donde la recaudación tributaria alcance para financiar un gasto público efectivo y al mismo tiempo, no le reste a la economía la capacidad de generar riqueza.

martes, 14 de febrero de 2017

Dolarización: Literatura reciente

Pedro Romero Alemán

En este post resumiré algunos artículos recientes sobre dolarización en Ecuador(El Salvador) que observan variables como: el empleo, el riesgo soberano, y el bienestar.

Empezamos por un artículo publicado en Economic Letters en 2009 por R. Soto: Dollarization, economic growth, and employment. Éste se enfoca en la demanda de trabajo entre 1991 y 2006 inclusive, en Ecuador. La pregunta que busca responder es la siguiente: ¿cuáles son las razones de la lenta recuperación del trabajo después de la dolarización? La pregunta surge porque los datos muestran que el número de personas empleadas en el 2005 llegó a ser el mismo que había a fines de 1991, esto es 3.5 millones. Cabe aclarar que en este artículo no se estudia si la dolarización causó o no el crecimiento después del año 2000, sólo los determinantes de la demanda de trabajo en el período mencionado, siendo uno de ellos precisamente la tasa de crecimiento del PIB, el salario mínimo, el costo financiero de pedir prestado, y el tipo de cambio real.

Las conclusiones a las que llega Soto son las siguientes: Primero, que la recuperación del crecimiento económico post-dolarización contribuyó de manera positiva a una mayor demanda laboral, sin embargo, la elasticidad parcial indica que tal demanda debió haber aumentado en 91% pero sólo lo hizo en 32% realmente. Los datos aclaran esto al señalar que dos efectos contribuyen a una menor demanda de trabajo:por un lado el de los incrementos de los salarios mínimos, así como el abaratamiento del capital y de las importaciones de bienes intermedios. En otras palabras, mientras el efecto ingreso ejercía una presión positiva, los costos relativos del capital y bienes intermedios importados ejercieron un efecto sustitución de tipo negativo. Según el autor los resultados son robustos al excluir el PIB petrolero del PIB total. Su metodología es estándar en este tipo de estudios macroeconómicos, a saber: un modelo de corrección de errores que le permite calcular efectos de largo y corto plazo, donde las variables son integradas de orden uno. Una observación sería que se debió haber usado el salario promedio de la PEA en lugar del mínimo, aunque esto no necesariamente desharía sus resultados, en efecto, quizás los reforzaría.

El otro artículo es el de C. Arellano y J. Heathcote: Dollarization and financial integration, que se publicó en el Journal of Economic Theory en el 2010. Los autores parten de una pregunta básica, a saber: ¿cómo afecta la regla de tipo de cambio a las posibilidades de un país para endeudarse en el exterior, i.e. en el mercado internacional de bonos soberanos? Ellos califican que un país con mayor acceso a ese mercado está más integrado financieramente que otro que no lo tiene. Aquí yace uno de los trade-offs principales del artículo: que renunciar al señorease puede tener ventajas en cuanto al acceso a los mercados internacionales de crédito, pero esto depende de los fundamentales de la economía. Los autores parte de un modelo neoclásico de optimización donde los agentes económicos: consumidores, empresas y gobierno; esta sujetos a restricciones presupuestarias. Precisamente aquella que corresponde al gobierno puede ser más o menos vinculante dependiendo del régimen de tipo de cambio y de los fundamentales de la economía.

Efectivamente, en este modelo la decisión de dolarizar o no la economía depende de dos shocks, uno de preferencias o demanda por bienes privados y, el otro de productividad; además de un factor de descuento y la tasa de interés. El análisis de sensibilidad del modelo arroja como resultado que un shock mayor a las preferencias torna menos estricta la restricción presupuestaria, o sea genera un mayor incentivo a endeudarse en el exterior bajo un régimen de dolarización. En cambio, si el shock es menor una economía con tipo de cambio flotante es mejor que una dolarizada en cuanto a sus efectos sobre el bienestar porque el gobierno puede hacer uso del señoreaje. Por el otro lado, una correlación positiva y no trivial entre el shock de preferencia y el de productividad también vuelve más laxa a la restricción presupuestaria, lo cual torna a su vez menos relevante a la política monetaria, y viceversa.

En el artículo el modelo es calibrado para las economías de El Salvador y México. Ellos demuestran que para valores razonables de los parámetros del modelo mientras aumenta el bienestar dolarizar una economía como la salvadoreña, no ocurre lo mismo con la de México. Básicamente porque los fundamentales de la primera economía favorecen la dolarización mientras que la mexicana estaría mejor con tipo de cambio flexible y autonomía de política monetaria. Los autores refuerzan sus resultados mostrando que, efectivamente, El Salvador pudo endeudarse más en el mercado internacional luego de dolarizarse; y que en las calificaciones de inversionistas extranjeros la variable de la volatilidad del tipo de cambio tiene un efecto negativo.

Mi reflexión: Es muy valioso contar con estudios de alta calidad que evalúen la dolarización. Pero como todo en economía las cosas no son tan simples. La dolarización nos ayudó a recuperar la economía de manera más rápida luego de la crisis de 1999 por la credibilidad que generaba. Pero no se la acompañó de medidas que mejorarán la productividad, por medio, por ejemplo de un mejor régimen de propiedad. Asimismo, no se aprovechó la dolarización para vendernos hacia el mundo, y especialmente con Estados Unidos, no pidiéndoles señoreaje sino facilitando las condiciones de comercio y de colaboración académica entre los dos países, por ejemplo. En lugar de ello nos cerramos a cualquier iniciativa comercial y hasta declaramos la moratoria de la deuda en el 2008 con lo que mandamos señales equivocadas al mercado de deuda soberana.
Las regulaciones del mercado laboral ecuatoriano junto con los constantes incrementos salariales de mano de obra menos calificada le ha dado rigidez a nuestra economía, y una consecuencia probablemente no intencionada de la misma fue el abaratamiento del capital.

miércoles, 8 de febrero de 2017

MERCADO POLÍTICO Y ECONÓMICO

Pablo Lucio-Paredes 


En el mercado económico las transacciones son directas entre pocas personas
(generalmente dos), normalmente son en el momento (salvo ciertos casos como
el crédito que son intertemporales), son voluntarias y consensuadas, y la
información es relativamente conocida (o puede ir mejorando con intercambios
sucesivos) a no ser en casos algo complejos como el crédito o la educación.

En el mercado político se involucran al menos a tres grupos: electores,
políticos y burócratas, y hay al menos 2 tipos de intercambios basados en
criterios diferentes: por un lado electores y políticos (votos a cambio de
prebendas gubernamentales) y entre políticos y burócratas (ventajas a cambio
de actuar eficientemente). Y en cada caso se involucra directa o
indirectamente a mucha gente.

Entre electores y políticos los intercambios se basan en informacion escasa
y asimétrica  porque el político sabe lo quiere y lo que hará, el ciudadano
en cambio entrega su voto en cambio sólo en base a promesas generales y
vagas. Y no es un intercambio voluntario puesto que involucra el pago de
impuestos.

Entre políticos y burócratas sí es un intercambio libre (porque se usan los
recursos de terceros), la información es bastante conocida por las partes,
pero el producto final (la eficiencia y lealtad del burócrata) solo es un
insumo que le sirve al político para satisfacer el cumplimiento del
intercambio que tiene con el elector.