Por Santiago Bucaram
Al final del 13 de diciembre de 2014 el precio del petróleo llegaba a su nivel más bajo desde mayo de 2009. Específicamente, el precio del barril WTI se cotizaba en el New York Mercantile Exchange en USD$ 57 mientras que en Londres, en el Intercontinental Exchange, el precio del barril de Brent se cotizaba en USD$ 61. Estos precios representaban una pérdida de valor en los mercados intencionales de tanto el barril de petróleo WTI así como del Brent de aproximadamente
el 50%.
Este descenso en
el precio registrado el 13 de diciembre estaba muy relacionado con el informe
de la International Agency for Energy (IAE), organización que prevé un recorte
en las previsiones de la demanda de petróleo para el 2015 de aproximadamente
240.000 barriles menos al día. Este recorte estaría relacionado con la proyección de una
reactivación más lenta en el crecimiento económico mundial para el año próximo
(i.e. 2015). Estos ajustes son consistentes con las últimas previsiones de la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) quienes el 11 de diciembre
concluyeron que la demanda de petróleo del cartel para 2015 caerá a 28,9 millones de barriles,
280.000 barriles por debajo de su previsión anterior y la más baja en 12 años. Todas
estas proyecciones nos llevan a preguntarnos si esta contracción de la demanda
de petróleo ¿es pasajera o estructural? Para dar respuesta a esta interrogante
analizaremos el comportamiento de corto y mediano plazo de la demanda de un país en particular, los Estados
Unidos de América, país que es considerado como el mayor consumidor de petróleo
a nivel mundial (aproximadamente el 25% del consumo mundial).
Es preciso indicar
que un factor que ha incidido sobre los cambios de los patrones de demanda de
petróleo de los EE.UU. ha sido el hecho de que este país se ha vuelto más autosuficiente, en gran
medida gracias a un aumento impresionante de su producción de petróleo, la cual
pasó de aproximadamente 5 millones de barriles diarios en el periodo 2005
– 2010 a 8.64 millones de barriles diarios durante el 2014, lo cual implica un crecimiento aproximado del 72% en la
producción diaria de este país, en gran medida gracias a la explotación de
petróleo de esquisto bituminoso. Esto ha provocado que los inventarios de crudo de Estados Unidos se
mantengan en constante aumento, al punto que para el 6 de diciembre de 2014,
los inventarios de ese país alcanzaron los 377,4 millones de barriles, una situación
que sustentaría la afirmación que en el corto plazo sería muy difícil observar
una recuperación del precio del crudo.
Sin embargo, hay
que enfatizar, que este cambio en la
producción de petróleo en los EE.UU. no se debe únicamente a un shock pasajero
y actual, sino que se trata de un cambio estructural que se ha venido construyendo
durante los últimos 4 años, y que se acentuó en
el 2014. Un reflejo de esto es que las importaciones de crudo de los
EE.UU. descendieron en 33% durante el periodo 2010-2014 y las exportaciones
aumentaron en 1.300% en el mismo periodo. Además la dependencia de EE.UU. con
el petróleo extranjero disminuyó en un 15% entre el 2010 y el 2014. De ahí que,
dado estos cambios en el lado de la oferta de petróleo estadounidense es muy
posible que la tendencia de precios bajos del petróleo en el mercado mundial se
sostenga en el corto y quizás en el mediano plazo.
No obstante, también
la demanda de hidrocarburos en los
EE.UU. ha sufrido cambios estructurales que pudieran explicar la caída de los
precios del petróleo en el mercado mundial durante este año y que además ofrecen
perspectivas de un mercado a la baja por varios meses o quizás años. Un hecho
que es interesante y que puede considerarse como un síntoma claro de que ha
habido un cambio estructural en la demanda interna por petróleo en los EE.UU., es
que pese a que el petróleo y sus derivados se han vuelto cada vez más baratos
(un ejemplo es que el precio promedio de la gasolina en los EE.UU. ha pasado de
los $3.98 por galón en mayo del 2011 a
$2.75 en diciembre del 2014) el consumo no ha aumentado, por el
contrario ha disminuido. De hecho al 2014 los EE.UU están consumiendo la menor
cantidad de petróleo por cada dólar de su Producto Interno Bruto (PIB) en más
de 40 años (Figura 1). En este sentido, si comparamos el consumo de petróleo
por dólares del PIB del 2010 y el 2014, observamos una reducción del 10% (de
1.29 barriles por millones de dólares del PIB a 1.18 barriles por millones de
dólares del PIB). Esta era una tendencia que se podía prever si se analizaba
detenidamente los datos macroeconómicos de este país ya que hasta el 2007 el
consumo de petróleo y el PIB se movían más o menos a la par (Figura 2); no
obstante, a partir del tercer trimestre del 2007 ese vínculo se rompe, al punto
que hoy en día el PIB de los EE.UU. continúa aumentando mientras la demanda de
petróleo se encuentra estancada en un nivel que fluctúa entre los 18 millones y
20 millones de barriles al día.
Cuando se quiere
determinar las causas de este cambio estructural en la demanda de petróleo por
parte de los hogares y empresas estadounidenses encontramos varias de entre las
cuales las más importantes son:
a) La contracción y estancamiento del consumo de
gasolina por parte de los hogares debido a dos razones:
1. Mejora en la eficiencia en el uso de gasolina de los automóviles; por ejemplo, en 2010 el automóvil promedio tenía una eficiencia de 22 millas por galón mientras que en el 2014 la eficiencia fue de aproximadamente 26 millas por galón.
2. Cambio demográfico, que entre otras cosas, se caracteriza por “baby boomers” (individuos nacidos entre los años 1942 y 1960) entrando al retiro (y saliendo de las carreteras) y “millenials” (individuos nacidos entre los años 1982 y 2004) tomando su lugar en el mercado laboral. Este cambio demográfico es importante para el consumo total de combustibles en los EE.UU. ya que los millenials muestran patrones de consumo con una mayor conciencia ambiental que entre otras cosas los inducen a optar por un mayor uso de medios alternativos de transporte entre estos un mayor uso de transporte público.
b) Mayor consumo de energía renovable (e.g. solar,
viento, etc.) por parte de las empresas. Específicamente este consumo ha
crecido en aproximadamente un 43% desde el 2007 (i.e. un cambio de 6.5
cuatrillones de BTU en el 2007 a 9.3 cuatrillones de BTU en el 2014).
Lo descrito
anteriormente, se traduce en menores importaciones de petróleo por parte del
mayor consumidor en el mundo (de 10 millones de barriles por día en el 2007 a
6.15 millones de barriles por día en el 2014), lo cual si se analiza detenidamente (como lo hemos hecho en los
párrafos anteriores) será una tendencia que se mantendrá por muchos meses o
quizás años. Ahora esta última afirmación es incierta pero lo que si es cierto
es que la nueva realidad del mercado
mundial del petróleo es que su consumidor más ávido, los EE.UU., se está
tornando menos adicto al producto y más autosustentable dependiendo cada vez
más de su producción interna. Esta realidad debe ser considerada por países
como Ecuador que se caracterizan por ser altamente dependientes de la venta de
petróleo para el financiamiento de su gasto público y entender que no es un
fenómeno pasajero sino un cambio de las reglas de juego y por ende ajustar las
estrategias económicas para evitar vivir
otra crisis del petróleo como la de comienzos de la década de los 80.
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