Por Luis Espinosa Goded
El
ecologismo (que no la ecología) es la
ideología que impregna nuestro pensamiento, la que damos por asumida, la casi
nunca cuestionada o planteada, pues es "el pensamiento común" del
siglo XXI. Como profesor de economía de alumnos de 18 años, me veo en la
dificultad de explicarles qué es y por qué es anti-humanista y liberticida ese
pensamiento que de tan común ni se examina en sus fundamentos.
El
ecologismo se basa en que "la naturaleza es buena".
Esa es la asunción principal y la que nuestra sociedad no cuestiona. Se puede
ver en todos esos anuncios que dicen "100% natural" o que esto o
aquello es "natural", dando al adjetivo "natural" una connotación
muy positiva (probablemente la palabra con mayor connotación positiva de
nuestras sociedades disputándose el puesto con "democracia").
La
contrapartida de la positividad por lo "natural" es que lo
"artificial", lo "químico" es malo. De tal manera que las
productos se anuncian "sin añadidos químicos", todo lo que tenga algo
"artificial" (incluso las personas) pasa a ser negativo.
Cuanto
menos es curiosa esta dicotomía y valoración de "natural" y
"artificial", ya que tanto lo uno como lo otro nos permite estar
vivos y nos puede perjudicar. El agua que tomamos a diario no es "100%
natural" si no que tiene añadidos químicos que la hacen potable, así como
prácticamente todos los alimentos que tomamos. No hay nada más
"natural" que una enfermedad (gripe, cáncer, o miopía), y nada más
"artificial" que su cura (aspirina, quimioterapia o gafas).
En
realidad "natural" es un adjetivo neutro, si ponemos como valoración
de "bueno" o "malo" lo que perjudica o beneficia al ser
humano. Tan natural es el volcán estallando como el fruto del árbol, tan
natural es la vida que nace como la enfermedad que nos trae la muerte. Exactamente
igual que "artificial" es un adjetivo neutro (aunque la mayor parte
de las cosas artificiales que ha creado el hombre, naturalmente, las ha creado
para preservar y mejorar la vida de las personas).
Uno
de los saltos argumentales más difíciles de asumir del ecologismo y de nuestro
tiempo es el que sitúa al "hombre" como algo "ajeno" a la
naturaleza. Creando una dicotomía natural-humano que es crítica para el
ecologismo y bastante inexplicable, ¿por qué los seres humanos siendo una
especie animal no somos "naturales"? El hombre para el ecologismo es
una especie de hijastro desnaturalizado
de la Pacha mama, o la Madre tierra, que no es
"natural" que todo lo que hace el hombre es un "ataque" a
la naturaleza.[1]
Por
eso el ecologismo es "anti-humano", pues sitúa al hombre como un
atacante de la "naturaleza" que es "buena", o, incluso, el culmen
de lo "bueno", siendo la especie humana "mala" y reprobable
por ello.
Este
relato es el subyacente a prácticamente cualquier cuento contemporáneo; no sólo
"Avatar" o "El libro de la selva", prácticamente todo
dibujo infantil representa la naturaleza como buena y el ser humano como su
agresor.
La
civilización, los seres humanos, nos convertimos en "sospechosos", en
destructores de la "Armonía natural", en atacantes de la
"naturaleza", y por ello el correlato lógico del ecologismo es que
los hombres debemos cambiar nuestra civilización "destructiva" por
otra que "proteja" a la naturaleza (que parece el fin de toda acción,
pues "lo natural" es lo superior).
Por
tanto el ecologismo no es humanista, no defiende al hombre y sus creaciones o
lo que le permite vivir mejor. De hecho es "anti-humanista" pues
acusa al ser humano, le hace ser sospechoso por ser. La humanidad es destructiva
de un bien superior al hombre mismo, "la naturaleza"; que parece
confundirse en sus atributos con "Dios", y que como algunas
religiones sitúan al hombre como "ofensor" a la misma, y por tanto se
ha de arrepentir y modificar su modo de vida (los logros de nuestra
civilización).
[1] Quizá esta confusión se
pueda entender considerando que el hombre es el único ser capaz de
"superar" sus instintos, de trascender su naturaleza, de ir más allá
de sus limitaciones a través sus creaciones. Pero es que "lo natural en el
ser humano es superar su naturaleza, es superarse a sí mismo y sus
limitaciones".
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