Autocontrol y economía
Diego Grijalva
En
septiembre de este año, Walter Mishel, profesor de la Universidad de Columbia,
publicó un libro titulado "The Marshmallow Test: Mastering
Self-Control" (La prueba del marshmallow: Dominando el autocontrol). En
este libro se describe un experimento clásico en el que niños y niñas en edad
preescolar deben tomar la siguiente decisión: comerse un marshmallow en ese
momento, o esperar 15 minutos sin comérselo y recibir un marshmallow adicional.
El experimento
original se realizó hace más de 40 años en Stanford y, al igual que en todos
los experimentos de este tipo realizados desde entonces, se encontró una alta
variabilidad en las respuestas de los preescolares. Algunos logran esperar,
pero la mayoría cae en la tentación y se come el marshmallow. Claramente, a los
4 años es difícil esperar 15 minutos para obtener un retorno del 100%![1]
Pese a
lo interesante que es observar a los preescolares durante la prueba, lo más
relevante es lo que ocurre después. Los investigadores observaron a estos preescolares
15, 20 y hasta 40 años luego del experimento y encontraron que aquellos que más
lograron retrasar la gratificación (es decir, que no se comieron el marshmallow)
tenían mejores notas en la escuela, una probabilidad mayor de ir a la
universidad y de terminarla, y salarios mayores luego de salir de la
universidad. Además, eran más delgados, tenían una probabilidad menor de ser
adictos a drogas y manejaban mejor el estrés. Finalmente, eran menos propensos
a endeudarse por encima de sus medios y tenían un mejor concepto de sí mismos. Es
decir, el autocontrol demostrado en la prueba del marshmallow está
correlacionado con muchos resultados deseables para una persona adulta.
Varios
autores interpretan este resultado como muestra de que el autocontrol es el
principal determinante del éxito de una persona (más que el coeficiente
intelectual, por ejemplo). Sin embargo, el comportamiento de los niños en esta
prueba depende tanto de su habilidad innata para retrasar la gratificación como
del ambiente en el que viven. Por ejemplo, un niño que vive en un hogar con
varios hermanos donde una golosina desaparece casi inmediatamente será más
propenso a comerse el marshmallow que un niño que es hijo único.
Adicionalmente, recientes estudios demuestran que el comportamiento también
depende del nivel de confianza que existe con el experimentador: ¿creen en
verdad los niños que el experimentador les traerá otro marshmallow? En su
libro, Walter Mischel concuerda con la relevancia de los factores innatos y
ambientales, y concluye que el autocontrol puede ser aprendido, y que el modificar
el ambiente puede promoverlo.
El
autocontrol también tiene efectos sobre resultados agregados. Por ejemplo, la
falta de ahorro para la jubilación tiene consecuencias sociales cuando una
fracción significativa de los trabajadores cae en pobreza al retirarse. De
igual forma, el no comer bien y terminar con sobrepeso tiene consecuencias a
nivel agregado debido al aumento en los costos de salud.
La
pregunta es entonces cómo mejorar el autocontrol. A grandes rasgos existen dos formas de
hacerlo: mediante el control interno (por ejemplo, ejerciendo fuerza de
voluntad), y mediante el control externo (por ejemplo, cuando el gobierno
incrementa los impuestos a los cigarrillos). Desde una perspectiva liberal la
primera forma es la preferida y, de hecho, las personas la practican todo el
tiempo en mayor o menor
grado. Por ejemplo, una forma de
mantener la motivación para hacer ejercicio es hacerlo en grupo; o las personas
evitan compran golosinas para luego no tener la tentación de consumirlas en su
casa. En la actualidad además existen productos que facilitan el autocontrol.
Como
argumenta Dan Ariely, desde una perspectiva de diseño la pregunta es cómo
ayudar a las personas a resolver su problema de autocontrol, pero sin quitarles
la libertad de elegir. Esto parecería complejo y lo es, pero no es imposible.
En primer lugar es importante reconocer que todo diseño afecta a las decisiones
de las personas. Por ejemplo, cualquier distribución de productos alimenticios
en un supermercado afecta a las decisiones de compra de los consumidores. Pero,
si las frutas y verduras están a la altura de la vista de las personas, esto
hace más sencillo que las personas consuman estos productos. Cass Sunstein y
Richard Thaler proponen la idea de "paternalismo libertario", que busca guiar las
decisiones de las personas, sin restringir sus opciones.
- Experimento del marshmallow
En video se observa el comportamiento de los preescolares en una réplica de este estudio realizada hace pocos años en Colombia.
[1] Por cierto, estos experimentos no se realizan
sólo con marshmallows, sino que en muchas ocasiones se les pregunta a los
participantes cuáles son sus golosinas preferidas, y se realiza el experimento
usando estas golosinas.
Estimado Diego,
ResponderEliminarEl tema del auto-control me parece interesante, y leyendo su articulo puedo efectivamente relacionarlo con problemas económicos que se pueden dar al tomar decisiones, tanto en los consumidores como en productores. Ampliando la información sobre el termino que utilizó 'paternalismo libertario`, se dice que con esta filosofía se logra crear políticas que ayuden en la toma de decisiones sin caer en el totalitarismo o alteración del poder autónomo que una persona tiene para tomar sus decisiones. Entonces, creo que a la final esta política es válida y debe ser estudiada ya que es un buen equilibrio para ayudar a las personas que tengan auto-control y a su vez tomen buenas decisiones. El auto-control, como dice en este articulo, ha sido un determinante del éxito de las personas y por esta razón deben existir políticas que permitan el aprovechamiento y mejoramiento del auto-control en las personas.